Miércoles de Ceniza

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Hoy  es miércoles de ceniza. Deseamos que este tiempo litúrgico que comienza y que nos llevará a la celebración de la Pasión, Muerte y Resurreción de Nuestro Señor Jesucristo, sea un verdadero tiempo de preparación para los misterios pascuales que van a venir.

Para comenzar, hoy tendrá lugar la misa de imposición de la ceniza, en nuestra Iglesia Hospital de San Jacinto, a partir de las 19,30 horas. Te invitamos a acudir a este acto.

Te incluimos un poema de nuestro recordado hermano Pablo García Baena, dedicado a la cuaresma.

CENIZA
Al P. Gerardo de Jesús, C.D. 

Otra vez tu ceniza, Señor, sobre mi frente… 
Polvo soy que algún día volverá hasta tus plantas. 
Polvo en la muerte y polvo ahora que aún vivo 
perdido entre la arcilla blanda de tu universo. 
Otra vez la ceniza ardiente como ascua 
que estalla en el volcán de tu amor implacable, 
lucha por derribar, por abatir en Vida 
la altiva barbacana que levanta sus muros 
en la ciudad confusa de mi alma. 
Otra vez la ceniza llamando está en la puerta de mi frente 
con arrullo o con látigo, 
ahora que el deseo me asfixiaba en la sombra de su gran lirio negro, 
ahora que en mi tacto se disipaba el mundo como un vaso quebrado, 
un mundo donde abren sus corolas violentas los senos de las vírgenes, 
un mundo que no cree en los antiguos dioses, 
pero adorna su ara con verbena olorosa 
y se engaña pensando que el viento entre la hierba 
es la pezuña ágil del sátiro que baila. 
Pero has llegado Tú, y aunque es primavera he de cerrar los ojos. 
No podré recordar ni siquiera estos días 
tibios y embriagadores como un vino vertido de turbadoras ánforas 
y de todo mi cuerpo ahuyentaré aquel vaho que me ahoga, 
el humo sofocante de una mirada 
que arde con la llama azul de los espinos quemados en la sierra, 
cuando el pastor descansa su cabeza en el báculo. 
Y mis manos, que se placían en el halago dulce de los azahares, 
que se ataban a otras manos 
como se atan en la canastilla de la Purificación la paloma o la tórtola, 
podrán sólo enlazarse a la espiga, a la llaga, 
acariciar la moneda que se da a los mendigos cuando nadie nos mira, 
crisparse sobre la madera del confesionario 
cuando, rodilla en tierra, los labios van alzando las cortinas del alma; 
o subir como llamas implorantes hasta tu cielo, 
como lenguas rosadas de aquellos animales 
que en el circo lamían la sandalia del mártir. 
Subirán a tu cielo como el perro que teme 
y confía y se arrastra delante de su amo, 
subirán a tu cielo suplicando que anegues 
en tu ceniza viva todo incendio que se levante en mí 
y que tu lava arrase mis mármoles paganos, 
la púrpura soberbia de mis templos, 
los plintos florecidos de mis deseos, 
aun cuando en las almenas de las torres 
haya arqueros que apresten contra Ti sus aljabas 
y la sangre hierva por mi cuerpo 
como un hormiguero aplastado en el camino. 

Pablo García Baena